viernes, 2 de agosto de 2013

Diario de Michael Phelps

                                                                                                         Para mi hermano que se alistó muy pronto al mar y murió en tierra de huracanes por antojo. A Álvarez Guedes.

 28 de octubre. Al fin hablé con el jefe de sector. No habrá policía esta noche cuando saque la balsa por el Malecón. Cogí la radio y unos anzuelos por si me aburro además de la botella de ron y un tabaco para celebrar cuando llegue.

 30 de octubre. Ayer no pude escribir con tanto ajetreo. El jefe de sector pasó a última hora por más money con el cuento de la situación. ¡Ay que ver cómo procrean estos orientales que cada vez caben menos!

 3 de noviembre. Ya estoy en mar abierto y las nubes dibujan figuras de marca blanca (muy baratitas por cierto). Solo traje un lápiz para escribir y eso que busqué por toda la Habana. Qué cielo más largo parece no acabar. Esto es hermoso. A ver si pesco algo dentro de un rato.

 7 de noviembre. A la radio solo le entran canales cubanos y por suerte encontré un canal musical. Me comeré la cherna que picó en la mañana. Con lo cerca que están y lo que cuesta encontrarlas allá. Es un manjar. La noche parece artificial con más estrellas que en la bandera americana ¡siento las contracciones de nacer en otro país!

 16 de noviembre. Ayer no picó nada ni por mi cumpleaños. La radio me cogió una emisora del norte que suena diferente a lo de allá que no cambian al conductor del horóscopo desde hace 50 años. ¡Qué voces más profesionales! A lo lejos en el cielo parece haber una manchita que seguro es el reflejo de algún rascacielos. ¡Ya viene llegando el balsero al Mc’Donalds!

 20 de noviembre. Lo único que llegó fue un ciclón que me jodió la radio y ahora solo sintoniza al viejo mierda del horóscopo. No sé ni cómo estoy vivo y parece que no quiere mejorar la cosa. Me pude comer un pez rarísimo que cayó de una ola aunque solo era espinas.

 22 de noviembre. Parece que viene otro rascacielos así que voy a prepararme. A ver si encuentro los anzuelos que los dejé aquí el otro día.

 4 de diciembre. Sigo comiendo espinas. Pasaron dos rascacielos más a tocar los cojones y la balsa sufrió daños irreversibles. No sé cómo irá la navegación de ahora en adelante. Yo calculé que ya estaría con los americanos. Un poco más de sacrificio.

 12 de diciembre. Solo me consuela que el agua sigue caliente porque la balsa es un jacuzzi con tanto hueco de mierda. Por la radio sigue ese hablando de constelaciones, tanta estrella ni tanta estrella, deberían tumbarlas a pedradas.  Aún busco los anzuelos.

 18 de diciembre. Desde ayer está refrescando y las olas no han traído más espinas. Tengo tremenda hambre. Por suerte se ahogó la radio con la inundación.

 24 de diciembre. Ando sufriendo de alucinaciones. La balsa se hundió y aguanto sobre una puerta que cogí para construir esto. Si me lo llego a imaginar ni lo intento.

 30 de diciembre. Un pajarito me despertó esta mañana. Había una medusa comiendo mierda y la metí en la cazuela. Seguiré nadando que he visto tierra de modo que estiro los brazos. Si llego a la playa me quedo con el ajuste cubano y adiós al horóscopo.

 1 de enero. Tanto trabajo para esto. Llegué a tierra y vi la bandera americana. Un tipo salió a recibirme con un cartel que decía: ¡Bienvenido a Guantánamo! En aduanas se quedaron con el tabaco y el ron. Me extraditaron para Cuba.