jueves, 18 de abril de 2013

Adán y Eva




Un día que hacía la ruta automática por bares nocturnos de la ciudad, conocí a Eva. La gente miró con ojos saltones el desmedido empuje que me acercó a la más loca de las ofertas y cómo, con una copa su mano sin rodeos, mi muslo acarició. Eva tenía un lunar en el labio superior la convertía en la ensalada de frutas que estaba dispuesto a morder. La mano en la rodilla, poco a poco, subió y con postura erecta entendí que la casa de uno de los dos, invitaba al coito. Así, con la frente en alza y amasando lo que me esperaba, Eva y yo nos retiramos.
Eva guardaba en su casa un buen sustento de alcohol. Mientras ataba mis brazos con seda y restregaba su olor en mi nariz, mordía mi cuerpo alopécico hasta llegar con una copa y aire conquistador al pene. La cuenta empezó en sesenta y nueve y tras un brindis, acabó con los dos a cien. En eso Eva metió la mano y, con demostrada maña, adornó con color sepia el espacio.
¡Oh, Eva, qué exquisito era tu francés!”
Después de la primera tanda, y sin perder la tensión, la diva sacó un canuto que perfumó el momento. Hacía años que no tocaba eso, sólo recordaba algunas reglas callejeras como “¡quien lo lía lo mata!” Y yo, adicto al pecado quería volver a jugar.
Eva abrió la boca. Escondía melódicamente en el humo los futuros orgasmos y sin dejarme esperar, la caricia volvió. Del armario sacó una caja y la silueta de un juguete bajo transparencia me hizo sucumbir. Eva, que era un ejemplar de muchos recovecos y sorprendente habilidad, llenó su boca conmigo mientras hacía resbalar el juguete por la raja de sus glúteos y, como una bandera ondulante clavada en el quinto hoyo, el desperezamiento ocurrió. La noche burló el olvido y Eva, com-pene-trada con la causa, utilizó su mejor arma hasta que finalmente se durmió.
Al día siguiente, el espacio en la cama me dijo que estaba solo. La mesa de noche sostenía el termo de café, una taza y la despedida en formato nota:
Adán, ha sido volcánica nuestra última noche. Disculpa el azúcar en el café y por favor cierra la puerta. Evaristo."

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